(...)Por lo tanto debemos admitir, sin protestar, los malos efectos, a todas luces, que resultan de la supervivencia y de la propagación de los individuos enfermizos, toda vez que los atenúa la circunstancia de que los miembros demasiado débiles e inferiores de la sociedad se casan menos fácilmente que los sanos. Este freno podría llegar a tener una eficacia real, si los débiles de cuerpo y espíritu se abstuviera de contraer matrimonio, cosa más de desear que de esperar.
En todos los países civilizados el hombre acumula su propiedad y la transmite a sus hijos. De ello resulta que no todos los hijos, en un país, parten de un punto mismo, al emprender el camino de la lucha, a cuyo término se encuentra la victoria; pero este mal encuentra su compensación en que sin la cumulación de los capitales las artes no progresan, debiéndose principalmente a éstas el que las razas civilizadas hayan extendido y extiendan hoy por todas partes su dominio, reemplazando a las razas inferiores. La acumulación moderada de la fortuna no causa ninguna demora a la marcha de la selección natural.
(...)Los hombres mas inteligetes, en todas las categorias sociales, aventajan a los ignorantes, y tienden, por lo tanto, a aumentar numéricamente, si no se presentan otros obstáculos.
Las cualidades morales progresan siempre bajo el punto de vista de alguna eliminación de las disposiciones nocivas. Los malhechores son ejecutados o bien encarcelados mucho tiempo, lo cual les impide transmitir libremente sus malas cualidades. Los locos y los hipocondríacos o viven en reclusión, o acaban muchas veces por suicidarse. Los hombers pendencieros y de carácter violento encuentran a menudo una temprana muerte, y los que, volubles en demasía, no pueden ser constantes en ninguna ocupación (resto de barbarie que es un gran obstáculo a la civilización) suelen emigrar a nuevos países, donde se convierten en activos trabajadores. (...) En la reproduccion de los animales domésticos, la eliminación de los individuos, por otra parte poco numerosos, que son decididamente inferiores, constituye uno de los mayores elementos de éxito.
Los que se casan pronto producen, en un periodo dado, no sólo mayor número de generaciones, sino también como lo ha hecho notar el doctor Duncan, muchos más hijos. De esto resulta que los individuos perezosos, degradados y a menudo viciosos, tienden a aumentar más rapidamente que los que son más prudentes, y ordinariamente más razonables.
(...)
En la eterna lucha por la existencia, la raza inferior y le menos favorecida sería la que hubiera prevaleciso, y no a causa de sus buenas cualidades, sino de sus defectos.
Charles Darwin
El Origen del Hombre (1880)