Como jamás había dibujado un cordero rehíce uno de los dos únicos dibujos que era capaz de hacer. El de la boa cerrada. Quedé estupefacto cuando oí al hombrecito que me respondía:
- ¡No! ¡No! No quiero un elefante dentro de una boa. Una boa es muy peligrosa y un elefante muy embarazoso. En mi casa todo es pequeño. Necesito un cordero. Dibújame un cordero.
Entonces dibujé. El hombrecito miró aentamente. Luego dijo:
- ¡No! este cordero está muy enfermo. Haz otro.
Yo dibujaba. Mi amigo sonrió amablemente, con indulgencia:
-¿Ves?... No es un cordero; es un carnero. Tiene cuernos...
Rehíce, pues, otra vez mi dibujo. Pero lo rechazó como los anteriores:
-Éste es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.
Entonces, impaciente, como tenía prisa por comenzar a desmontar mi motor, garabateé este dibujo. Y le largué:
-Ésta es la caja. el cordero que quieres está adentro.
Quedé verdaderamente sorprendido al ver iluminarse el rostro de mi joven juez:
- ¡Es exactamente como lo quería!
sábado, 28 de enero de 2012
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