martes, 22 de marzo de 2011

Dune



—Estamos en vuestras manos —dijo el Duque. Dio un paso adelante y abrió su ropa, viendo a Halleck alzándose sobre la punta de sus pies, inmóvil y atento, aunque aparentemente tranquilo—. Y, si sois tan amable —prosiguió el Duque—, os agradeceré una explicación acerca de esa ropa de alguien que vive tan íntimamente con ella.

—Ciertamente —dijo Kynes. Metió la mano bajo la ropa para comprobar las fijaciones de los hombros, hablando mientras examinaba el conjunto—. Básicamente es un tejido de varias microcapas... un filtro de alta eficacia y un sistema de intercambio de calor. —Ajustó las fijaciones de los hombros—. La capa en contacto con la piel es porosa. La transpiración pasa a través, refrescando el cuerpo... un proceso normal de evaporación. Las otras dos capas... —Kynes apretó el pectoral—... contienen filamentos de intercambio de calor y precipitaciones de sal. La sal es así recuperada.

Invitó al Duque a alzar los brazos con un gesto, y éste dijo:

—Muy interesante.

—Respirad profundamente —dijo Kynes.

El Duque obedeció. Kynes estudió las fijaciones de las axilas, ajustando una.

—Los movimientos del cuerpo, especialmente la respiración —dijo— y alguna acción osmótica, proveen al cuerpo de la energía suficiente para el bombeo. —Alargó ligeramente el pectoral—. El agua recuperada circula y termina yendo a parar a los bolsillos de recuperación, de donde uno puede aspirarla a través de este tubo fijado al lado de vuestro cuello.

El Duque ladeó la cabeza para ver la extremidad del tubo.

—Simple y eficiente —dijo— Buena construcción.

Kynes se arrodilló para examinar las fijaciones de la piernas.

—La orina y las heces son procesadas en el revestimiento de los muslos —dijo, alzándose, tendiendo una mano hacia la fijación del cuello y levantando una sección cuadrada—. En pleno desierto, deberéis llevar este filtro sobre el rostro y estos tampones fijados a estos tubos en la nariz. Se inspira a través del filtro, con la boca, y se expira a través de la nariz. Con un traje Fremen en buenas condiciones, no perderéis más de un dedal de humedad al día... aunque os perdierais en el Gran Erg.

—Un dedal por día —dijo el Duque.

Kynes apretó un dedo contra la parte de la ropa que cubría la frente y dijo:

—Aquí es probable que el roce produzca irritación. En este caso, decídmelo y apretaré un poco más.

—Gracias —dijo el Duque. Movió los hombros, mientras Kynes retrocedía, y se sintió mucho más cómodo, notando que el traje estaba mejor ajustado y le irritaba menos.

Kynes se volvió hacia Paul.

—Ahora vamos a por vos, joven.

Un hombre valiente, pensó el Duque. Pero deberá aprender a darnos nuestros títulos.
Paul permaneció impasible mientras Kynes inspeccionaba sus ropas. Colocarse aquel traje de brillante y crujiente superficie le había causado una extraña sensación. En su consciencia sabía absolutamente que nunca antes de ahora se había enfundado un destiltraje. Y sin embargo, cada movimiento mientras se lo ajustaba bajo la torpe dirección de Gurney le había parecido natural e instintivo. Cuando había apretado el pectoral para obtener la máxima acción de bombeo del movimiento respiratorio, había sabido exactamente lo que estaba haciendo y para qué. Cuando había sujetado las correas del cuello y la frente, apretándolas al máximo, había sabido que esto era indispensable para evitar los roces.

Kynes se alzó y retrocedió con una expresión desconcertada.

—¿Habéis llevado ya un destiltraje antes de ahora? —preguntó.

—Esta es la primera vez.

—Entonces, ¿alguien os lo ha ajustado?

—No.

—Vuestras botas de desierto están puestas de modo que dejan libre juego a los tobillos. ¿Quién os lo ha enseñado?

—Esto... me ha parecido que era el modo correcto de ponérmelas.

—Realmente lo es.

Y Kynes se frotó la barbilla, pensando en la leyenda: Conocerá vuestras costumbres como si hubiera nacido entre vosotros.

Dune

Frank Herbert

martes, 1 de marzo de 2011

El Libro de la Tierra Negra


En el Luctu Al, el Lugar de la Roña y la Carroña, vivían los hijos de los que no habían ido: los hijos de los wudstocs, los rechazados, los fracasados, los monstruos, los que no habían podido embarcarse. En lo que la iglesia llamaba el Tiempo de la Locura, cuando muchedumbres enteras habían ansiado abandonar la Tierra para buscar un sueño en la negrura del cielo, no todos habían tenido suerte. Muchos se habían sometido a operaciones que les habían aguzado los sentidos, les había transformado el cuerpo, les habían alterado la mente. No todos tenían el dinero para pagarse las mejores atenciones, ni todos tenían la resistencia para aguantar las metamorfosis. Otros, simplemente, habían sido víctimas de estafadores que les habían quitado el dinero y los habían transformado en monstruos. Y a muchos la Ciudad del Cielo simplemente les había cerrado las puertas, porque eran demasiados. El Efecto Rastova, que había abaratado el costo de las transformaciones corporales y mentales necesarias para viajar a otros mundos, había inspirado un sueño de gloria a un sinfín de desplazados, hambreados y descastados que en cabañas de lata, cartón, paja o bambú veían por sus televisores las seductoras imágenes de propaganda que prometían una vida nueva en el cielo.


El Libro de la Tierra Negra

Carlos Gardini


Se Alquila un Planeta


Jowe decía que toda la galaxia estaba sumida en una guerra cruel. Como todas las guerras, con ofensivas y contraatques, con movimientos de diversión y retiradas tácticas. Pero una guerra comercial; por nuevas tecnologías, por mercados, por clientes, por mano de obra barata.

Desde el principio, la humanidad había sidouna perdedora en aquel conflicto. Y como tal, fue condenada a ser cliente y nunca rival, ni si quiera en potencia. La Tierra apenas producía alimentos, ropas y medicinas para abastecer a una cuarta parte de su población. Y lo que fabricaba erande tan baja calidad que no competía ni con los peores y mas baratos productos de las tecnocracias xenoides. La producción terraquea tenía un caracter y un destino casi exclusivamente folklórico-turístico.

"Por conveniencia comercial han convertido a la Tierra en un mundo-souvenir", recordó Buca otra frase de Jowe.


Se Alquila un Planeta

Yoss