—Estamos en vuestras manos —dijo el Duque. Dio un paso adelante y abrió su ropa, viendo a Halleck alzándose sobre la punta de sus pies, inmóvil y atento, aunque aparentemente tranquilo—. Y, si sois tan amable —prosiguió el Duque—, os agradeceré una explicación acerca de esa ropa de alguien que vive tan íntimamente con ella.
—Ciertamente —dijo Kynes. Metió la mano bajo la ropa para comprobar las fijaciones de los hombros, hablando mientras examinaba el conjunto—. Básicamente es un tejido de varias microcapas... un filtro de alta eficacia y un sistema de intercambio de calor. —Ajustó las fijaciones de los hombros—. La capa en contacto con la piel es porosa. La transpiración pasa a través, refrescando el cuerpo... un proceso normal de evaporación. Las otras dos capas... —Kynes apretó el pectoral—... contienen filamentos de intercambio de calor y precipitaciones de sal. La sal es así recuperada.
Invitó al Duque a alzar los brazos con un gesto, y éste dijo:
—Muy interesante.
—Respirad profundamente —dijo Kynes.
El Duque obedeció. Kynes estudió las fijaciones de las axilas, ajustando una.
—Los movimientos del cuerpo, especialmente la respiración —dijo— y alguna acción osmótica, proveen al cuerpo de la energía suficiente para el bombeo. —Alargó ligeramente el pectoral—. El agua recuperada circula y termina yendo a parar a los bolsillos de recuperación, de donde uno puede aspirarla a través de este tubo fijado al lado de vuestro cuello.
El Duque ladeó la cabeza para ver la extremidad del tubo.
—Simple y eficiente —dijo— Buena construcción.
Kynes se arrodilló para examinar las fijaciones de la piernas.
—La orina y las heces son procesadas en el revestimiento de los muslos —dijo, alzándose, tendiendo una mano hacia la fijación del cuello y levantando una sección cuadrada—. En pleno desierto, deberéis llevar este filtro sobre el rostro y estos tampones fijados a estos tubos en la nariz. Se inspira a través del filtro, con la boca, y se expira a través de la nariz. Con un traje Fremen en buenas condiciones, no perderéis más de un dedal de humedad al día... aunque os perdierais en el Gran Erg.
—Un dedal por día —dijo el Duque.
Kynes apretó un dedo contra la parte de la ropa que cubría la frente y dijo:
—Aquí es probable que el roce produzca irritación. En este caso, decídmelo y apretaré un poco más.
—Gracias —dijo el Duque. Movió los hombros, mientras Kynes retrocedía, y se sintió mucho más cómodo, notando que el traje estaba mejor ajustado y le irritaba menos.
Kynes se volvió hacia Paul.
—Ahora vamos a por vos, joven.
Paul permaneció impasible mientras Kynes inspeccionaba sus ropas. Colocarse aquel traje de brillante y crujiente superficie le había causado una extraña sensación. En su consciencia sabía absolutamente que nunca antes de ahora se había enfundado un destiltraje. Y sin embargo, cada movimiento mientras se lo ajustaba bajo la torpe dirección de Gurney le había parecido natural e instintivo. Cuando había apretado el pectoral para obtener la máxima acción de bombeo del movimiento respiratorio, había sabido exactamente lo que estaba haciendo y para qué. Cuando había sujetado las correas del cuello y la frente, apretándolas al máximo, había sabido que esto era indispensable para evitar los roces.
Kynes se alzó y retrocedió con una expresión desconcertada.
—¿Habéis llevado ya un destiltraje antes de ahora? —preguntó.
—Esta es la primera vez.
—Entonces, ¿alguien os lo ha ajustado?
—No.
—Vuestras botas de desierto están puestas de modo que dejan libre juego a los tobillos. ¿Quién os lo ha enseñado?
—Esto... me ha parecido que era el modo correcto de ponérmelas.
—Realmente lo es.
Y Kynes se frotó la barbilla, pensando en la leyenda: Conocerá vuestras costumbres como si hubiera nacido entre vosotros.
Dune
Frank Herbert