miércoles, 11 de agosto de 2010

Déjame entrar



Eli apretó los labios, se concentró un segundo y dio luego una zancada hacia delante, por encima del umbral. Oskar tenía todo el cuerpo en tensión, esperaba algún rayo azul, que la puerta se girara, pasara a través de Eli y se cerrara de nuevo, o algo parecido. Pero no ocurrió nada. Eli entró y cerró la puerta después. Oskar se encogió de hombros.

- ¿Eso era todo?

- No exactamente.

Eli se quedó igual que estaba al otro lado de la puerta. Parada con los brazos a lo largo del cuerpo y con los ojos fijos en Oskar. Oskar meneó la cabeza.

- ¿Qué pasa? Ya esta...

Oskar se interrumpió cuando asomó una lágrima en uno de los lagrimales de Eli; no, una en cada lagrimal. Aunque no parecía una lágrima, porque era de color oscuro. La piel de la cara de Eli empezó a enrojecer, se puso de color rosa, rojo claro, rojo oscuro y sus puños se cerraron al tiempo que los poros de la cara se abrían y pequeñas perlas de sangre empezaban a aparecer como lunares en todo el rostro. Lo mismo que el cuello.
Los labios de Eli se retorcieron de dolor y una gota de sangre asomó por una de las comisuras y se fundió con las perlas de la cara, que se hacían cada vez más grandes al llegar a la barbilla y se deslizaban hacia abajo para juntarse con las gotas del cuello.
Oskar se quedó sin fuerza en los brazos; los dejó caer y el disco se salió de su funda, rebotó de canto en el suelo una vez y luego se estampó plano sobre la alfombra de la entrada. Su mirada se deslizó hacia las manos de Eli.
Tenía el dorso de las manos cubierto por una fina película de sangre, y salía mas.
Volvió a mirar a Eli a los ojos, no la encontró. Parecía como si los ojos se hubieran hundido en las cuencas: estaban llenos de sangre que los inundaba, corría a lo largo de la nariz y, cruzando los labios, entraba en la boca, de donde manaba mas sangre; dos hilillos le corrían desde las comisuras de la boca hasta el cuello, desapareciendo en la tirilla de su jersey, donde ahora empezaban a aparecer manchas mas oscuras.
Sangraba por todos los poros de su cuerpo.
Oskar lanzó un resuello, gritó:

- ¡Puedes entrar, tú puedes... eres bienvenida, tu puedes... tú puedes estar aquí!


Déjame entrar
John Ajvide Lindqvist



3 comentarios:

Anónimo dijo...

"Pobres de las personas que están solas en un mundo sin belleza."

¡Espero ver que nuevos libros te has leído!

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Mushi dijo...

joo creo que tengo este libro en pdf por alguna parte del disco duro... de cuando me dio por bajarme cosas de vampiros... tengo que revisaar a fondo =)

Anónimo dijo...

Woo es geniaal ^^
Mejor que la peli, pasan un monton de cosas mas... aunque la peli mola muchisimo tambien =)