miércoles, 30 de noviembre de 2011

Juego de Tronos



- Le he pegado - dijo con la voz llena de asombro. Todo le parecía un sueño extraño y remoto. - Ser Jorah, ¿crees...? Cuando vuelva estará muy enfadado conmigo... - Se estremeció - He despertado al dragón ¿verdad?

- ¿Tenéis poder para despertar a los muertos, niña? - Ser Jorah dejó escapar una carcajada despectiva - Vuestro hermano Rhaegar era el último dragón, y murió en el Tridente. Viserys no es ni la sombra de una serpiente.

- Pero... tú... le juraste lealtad... - Lo brusco de aquellas palabras la había sobresaltado. De repente, todo aquello en lo que siempre había creído parecía cuestionable.

- Cierto, niña - asintió Ser Jorah - Y si vuestro hermano es la sombra de una serpiente, ¿qué somos los que lo servimos? - Había amargura en su voz.

- Pero aun así, es el verdadero rey. Es...

- Decidme la verdad - le pidió Jorah mientras detenía el caballo y la miraba - ¿Queréis que Viserys se siente en un trono?

- No sería un buen rey, ¿verdad? - dijo Dany después de meditar un momento.

- Los ha habido peores... pero no muchos. - El caballero volvió a poner su montura al paso.

- De todos modos - insistió Dany situándose junto a él - el pueblo llano lo espera. El magíster Illyrio dice que están bordando estandartes de dragones y rezando por que Viserys cruce el mar Angosto y regrese para liberarlos.

- El pueblo llano, cuando reza, pide lluvia, hijos sanos y un verano que no acabe jamás - replicó Ser Jorah - A ellos no les importa que los grandes señores jueguen a su juego de tronos, mientras los dejen en paz. - Se encogió de hombros - Pero nunca los dejan en paz.


Juego de tronos
Canción de Hielo y fuego #1
George R. R. Martin

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