Buttercup meneó la cabeza.
Westley también sacudió la cabeza y le dijo:
—Supongo que nunca has sido la más brillante.
—¿Me amas, Westley? ¿Es eso?
No podía dar crédito a sus oídos.
—¿Que si te amo? Dios mío, si tu amor fuera un grano de arena,
el mío sería un universo de playas. Si tu amor fuera…
—Oye, la primera no la he entendido bien —lo interrumpió Buttercup. Comenzaba a entusiasmarse—. Vamos a ver si me aclaro. ¿Estás diciendo que mi amor es del tamaño de un grano de arena y que el tuyo es esa otra cosa? Es que las imágenes me confunden tanto que... ¿Es tu universo de no sé qué más grande que mi arena? Ayúdame, Westley. Tengo la impresión de que estamos al borde de algo tremendamente importante.
—Durante todos estos años he permanecido en mi choza por ti. He aprendido idiomas por ti. He fortalecido mi cuerpo porque creí que podría halagarte un cuerpo fuerte. He vivido toda la vida rogando por que llegase el día en que te fijaras en mí. En estos años, cada vez que posaba en ti mis ojos, el corazón me latía desbocado en el pecho. No ha pasado ni una sola noche sin que me durmiera viendo tu rostro. No ha pasado ni una sola mañana sin que tu imagen aleteara tras mis párpados al despertar... ¿Has logrado entender algo de lo que acabo de decirte, Buttercup, o prefieres que siga?
—No pares nunca.
—No ha pasado…
—Westley, si me estás tomando el pelo, te mataré.
—¿Cómo puedes soñar siquiera que te esté tomando el pelo?
—Es que no me has dicho que me quieres ni una sola vez.
—¿Es todo lo que necesitas? Sencillo. Te quiero. ¿De acuerdo? ¿Quieres que te lo diga en voz más alta? Te quiero. ¿Quieres que te lo deletree? T, e, q, u, i, e, r, o. ¿Quieres que te lo diga al revés? Quiérote.
—Ahora sí me estás tomando el pelo, ¿verdad?
—Puede que un poco; hace mucho tiempo que te lo digo, pero tú no querías escucharme. Cada vez que tú me decías: «Muchacho, haz esto», te parecía que yo te contestaba: «Como desees», pero era porque no me oías bien. «Te quiero» era lo que en realidad te decía, pero tú nunca me escuchaste, jamás.
—Te oigo ahora y te prometo una cosa: nunca amaré a otro. Sólo a Westley. Hasta que muera.
Él asintió y dio un paso atrás.
—Pronto enviaré a alguien a buscarte. Créeme.
—¿Mentiría acaso mi Westley?
Retrocedió otro paso.
—Se me hace tarde. Debo marcharme, es preciso. El barco no tardará en zarpar y Londres está lejos.
—Entiendo.
Westley tendió la mano derecha. A Buttercup le costaba respirar.
—Adiós.
Ella logró levantar la mano derecha hacia la de él. Se estrecharon las manos.
—Adiós —repitió él.
Ella asintió levemente.
Él retrocedió otro paso sin volverse. Ella lo observó.
Él se volvió.
Las palabras le salieron de un tirón:
—¿Te marchas sin un solo beso?
La Princesa Prometida
William Goldman
William Goldman
4 comentarios:
Algo pasa con las letras...
jijiji hemos publicado casi a la vez!! :D
la estoy cambiando porque no se leía bien... ¿a eso te refieres?
aay... yo todavía no e visto tu entradaa
jajajajaja como mola!!
Tampoco me he leído este libro... me quedé en la peli... es muy gracioso :D
no me deja cambiaaar la letra... asi que se queda asi...
juraria que tenias tu tambien el libro ¿no?
es un poco espeso algunas veces... y es tal cual la peli pero me encantaba porque la tia es muuy pava y es un pastelón... y es genial ^_^
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