—¿Cómo? ¿No has ido nunca al teatro? —se asombró Tolomeo.
—A los niños no nos llevan allí. Pero sé que es como escuchar una historia, sólo que aparecen hombres de verdad que llevan puesta una máscara en la cara y fingen ser Heracles o Teseo. Algunos incluso aparentan ser mujeres.
—Más o menos —replicó Tolomeo—. Dime, ¿qué te enseña tu maestro?
—Sé sumar y restar, conozco las figuras geométricas y distingo en el cielo la Osa Mayor y la Osa Menor y más de veinte constelaciones más. Y además sé leer y escribir y he leído las fábulas de Esopo.
—Mmm... —observó Tolomeo devolviendo a su sitio con delicadeza el rollo—. Cosas de niños.
—Y además conozco toda la lista de mis antepasados, tanto por parte de mi padre como de mi madre. Yo desciendo de Heracles y de Aquiles, ¿lo sabías?
—¿Y quiénes eran Heracles y Aquiles?
—Heracles era el héroe más fuerte del mundo y llevó a cabo doce trabajos. ¿Quieres que te los cuente? El león de Nemea, la cierva de Ceri... Cerinea... —comenzó a enumerar el pequeño.
—Ya sé, ya sé. Está muy bien. Pero si quieres, alguna vez, te leeré cosas hermosísimas que tengo aquí en mi despacho, ¿te parece bien? Y ahora, ¿por qué no vas a jugar? ¿Sabes que ha llegado un amiguito que tiene precisamente tu edad?
A Alejandro se le encendieron los ojos.
—¿Y dónde está?
—Le he visto en el patio dándole patadas a una pelota. Es un tipo robusto.
Alejandro bajó a toda prisa y se detuvo bajo el pórtico para observar al nuevo huésped sin atreverse a dirigirle la palabra.
De repente, un patadón más fuerte mandó la pelota a rodar justo entre sus pies. El niño la recogió y los dos se encontraron frente a frente.
—¿Te gustaría jugar a la pelota conmigo? Con dos se juega mejor. Yo disparo y tú la coges.
—¿Cómo te llamas? —preguntó Alejandro.
—Yo Hefestión, ¿y tú?
—Alejandro.
—Entonces vamos, ponte allí, junto a la pared. Yo tiraré primero y si atrapas la pelota tendrás un punto, luego tiras tú. En cambio, si no la paras el punto lo habré ganado yo y podré tirar otra vez. ¿Entendido?
Alejandro hizo un gesto de asentimiento y se pusieron a jugar, llenando el patio con sus gritos. Cuando estuvieron agotados de cansancio y chorreando sudor, pararon.
—¿Vives aquí? —preguntó Hefestión al tiempo que se sentaba en el suelo.
Alejandro se sentó a su lado.
—Claro. Este palacio es mío.
—No me vengas con cuentos. Eres demasiado pequeño para tener un palacio tan grande.
—El palacio es también mío porque es de mi padre, el rey Filipo.
—¡Por Zeus! —exclamó Hefestión agitando la mano derecha en señal de admiración.
—¿Quieres que seamos amigos?
—Por supuesto, pero para hacerse amigos es preciso intercambiarse una prenda.
—¿Qué es una prenda?
—Yo te doy una cosa a ti y tú me das otra a mí a cambio.
Se hurgó en el bolsillo y sacó un pequeño objeto blanco.
—¡Oh, un diente!
—Sí —silbó Hefestión por el hueco que tenía en el lugar de un incisivo—. Se me cayó la otra noche y a punto he estado de tirarlo. Tómalo, tuyo es.
Alejandro lo tomó y se quedó confuso al no saber qué darle a cambio. Rebuscó en los bolsillos, mientras Hefestión permanecía erguido delante de él esperando con la mano abierta.
Alejandro, al no contar con ningún regalo de la misma importancia, dejó escapar un largo suspiro, tragó saliva y a continuación se llevó una mano a la boca y se cogió un diente que le bailaba desde hacía unos días, pero bastante sujeto aún.
Comenzó a sacudirlo con fuerza hacia adelante y hacia atrás, conteniendo las lágrimas de dolor, hasta que se lo arrancó. Escupió un coágulo de sangre, luego lavó el diente bajo la fuente y se lo entregó a Hefestión.
—Aquí tienes —farfulló—. Ahora somos amigos.
—¿Hasta la muerte? —preguntó Hefestión, echándose al bolsillo la prenda.
—Hasta la muerte —replicó Alejandro.
El Hijo del Sueño
Aléxandros # 1
Valerio Massimo Manfredi
Aléxandros # 1
Valerio Massimo Manfredi
2 comentarios:
Joder que duro es hacer amigos! ><
Otro mas que lleva en mi lista muuucho... a ver si me pongo al día!
son el uno parte del otro,hasta la muerte, de forma incondicional ¡y con tan solo 5 minitos de juego! ...aunque los dientes me den un poco de asquito ( y creeme me estoy artando de verlos en el laboratorio con todo tipo de desgastes y caries...)... siempre me ha parecido precioso, no por el valor del presente en sí... sino por su simbolismo y fidelidad... Ais esque soy incondicional de Aléxandros y Hefestión y voy hasta la muerte con ellos ^_^
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