domingo, 20 de diciembre de 2009

Las Enseñanzas de Don Juan

Los recuerdos regresaron en el acto, y de improviso todo estuvo claro en mi mente. Me volví en busca de don Juan, pero no pude distinguir nada ni a nadie. Todo cuanto po­día ver era al perro, que se volvía iridiscente; una luz intensa irradiaba de su cuerpo. Vi otra vez el flujo del agua atra­vesarlo, encenderlo como una hoguera. Me llegué al agua, hundí el rostro en la cacerola y bebí con él. Tenía yo las manos en el suelo frente a mí, y al beber veía el fluido correr por mis venas produciendo matices de rojo y amari­llo y verde. Bebí más y más. Bebí hasta hallarme todo en llamas; resplandecía de pies a cabeza. Bebí hasta que el fluido salió de mi cuerpo a través de cada poro y se proyec­tó al exterior en fibras como de seda, y también yo adquirí una melena larga, lustrosa, iridiscente. Miré al perro y su melena era como la mía. Una felicidad suprema llenó mi cuerpo, y corrimos juntos hacia una especie de tibieza amari­lla procedente de algún lugar indefinido. Y allí jugamos. Jugamos y forcejeamos hasta que yo supe sus deseos y él supo los míos. Nos turnábamos para manipularnos mutuamente, al estilo de una función de marionetas. Torciendo los dedos de los pies, yo podía hacerle mover las patas, y cada vez que él cabeceaba yo sentía un impulso irresistible de saltar. Pero su mayor travesura consistía en agitar las orejas de un lado a otro para que yo, sentado, me rascara la cabeza con el pie. Aquella acción me parecía total e insoportablemente cómica. ¡Qué toque de ironía y de gracia, qué maestría!, pensaba yo. Me poseía una euforia indescrip­tible. Reí hasta que casi me fue imposible respirar.
Tuve la clara sensación de no poder abrir los ojos; me encontraba mirando a través de un tanque de agua. Fue un estado largo y muy doloroso, lleno de la angustia de no poder despertar y de a la vez, estar despierto. Luego; lentamente, el inundo se aclaró y entró en foco. Mi campo de visión se hizo de nuevo muy redondo y amplio, y con ello sobrevino un acto consciente ordinario, que fue volver la vista en busca de aquel ser maravilloso. En este punto empezó la transición más difícil. La salida de mi estado normal había sucedido casi sin que yo me diera cuenta: es­taba consciente, mis pensamientos y sentimientos eran un corolario de esa conciencia, y el paso fue suave y claro. Pero este segundo cambio, el despertar a la conciencia se­ria, sobria, fue genuinamente violento. ¡Había olvidado que era un hombre! La tristeza de tal situación irreconci­liable fue tan intensa que lloré.


Las Enseñanzas de Don Juan
Carlos Castaneda

5 comentarios:

Anónimo dijo...

‑Entonces te pusiste a jugar con el perro ‑prosiguió John‑. Luchabas con él, y el perro y tú se mordían y jugaban. Eso me hizo gracia. Mi perro no acostumbra jugar. Pero esta vez tú y el perro estaban rodando uno encima de otro.

‑Luego corriste al agua y el perro bebió contigo ‑dijo el joven‑. Corriste cinco o seis veces al agua, con el perro.

-¿Cuánto duró eso? ‑pregunté.

‑Horas ‑dijo John‑. Durante un rato los perdimos de vista a los dos. Creo que corrieron para atrás de la casa. Nada más los oíamos ladrar y gruñir. Tú parecías de veras un perro; no podíamos distinguirlos.

‑A lo mejor era el perro solo ‑dije.

Rieron, y John dijo:

‑¡Tú estabas ahí ladrando, muchacho!

‑¿Qué pasó después?

Los tres hombres se miraron y parecieron tener dificul­tades para decidir qué pasó después. Finalmente, habló el joven que aún no decía nada.

‑Se atragantó ‑dijo mirando a John.

‑Sí, te atragantaste en serio. Comenzaste a llorar muy raro y luego caíste al piso. Pensamos que te estabas mor­diendo la lengua, don Juan te abrió las quijadas y te echó agua en la cara. Entonces empezaste otra vez a temblar y a tener convulsiones. Luego estuviste inmóvil un rato largo. Don Juan dijo que todo había terminado. Para en­tonces ya era de mañana, así que te tapamos con una cobija y te dejamos a dormir en el zaguán.

Anónimo dijo...

El mismo hecho desde 2 puntos de vista :)
Hum sigo queriendo peyote...

Mushi dijo...

yo siempre te dire que tengaas mucho cuidadito con esas cosas, porque jugar con el cerebro (a nivel de receptores y neurotransisores me refiero en el sentido mas quimico) puede ser bastante malo... y es algo que esta fuera del control humano...

Mushi dijo...

luego me la leo, que voy a cambiar la otra entrada ^_^

Mushi dijo...

¿lo de que se atragantó... es cuando se da cuanta que es un hombre?¿o es que le da un chungazo hacia la ultima transición esa...?
... mira si es asi... creo que mi comentario de antes no podía haber sido mas cercano al texto, sin hablerlo leido!