viernes, 4 de diciembre de 2009

Harry Potter y el Prisionero de Azkaban

Fotograma de la película

—No podían hacerme compañía como seres humanos, así que me la hacían como animales —explicó Lupin—. Un licántropo sólo es peligroso para las personas. Cada mes abandonaban a hurtadillas el castillo, bajo la capa invisible de James. Peter, como era el más pequeño, podía deslizarse bajo las ramas del sauce y tocar el nudo que las deja inmóvi­les. Entonces pasaban por el túnel y se reunían conmigo. Bajo su influencia yo me volvía menos peligroso. Mi cuerpo seguía siendo de lobo, pero mi mente parecía más humana mientras estaba con ellos.

—Date prisa, Remus —gritó Black, que seguía mirando a Scabbers con una horrible expresión de avidez.

—Ya llego, Sirius, ya llego... Al transformarnos se nos abrían posibilidades emocionantes. Abandonábamos la Casa de los Gritos y vagábamos de noche por los terrenos del cole­gio y por el pueblo. Sirius y James se transformaban en animales tan grandes que eran capaces de tener a raya a un licántropo. Dudo que ningún alumno de Hogwarts haya descubierto nunca tantas cosas sobre el colegio como noso­tros. Y de esa manera llegamos a trazar el mapa del merodeador y lo firmamos con nuestros apodos: Sirius era Canu­to, Peter Colagusano y James Cornamenta.


Harry Potter y el Prisionero de Azkaban
J. K. Rowling

2 comentarios:

Mushi dijo...

Me ha surgido una duda... colagusano siempre era una ¿rata? ... no me acuerdo por qué... pero muy apetecible para un licantropo desatado ¿no?

Anónimo dijo...

Un licántropo solo es peligroso para las personas, lo dice arriba... :D