—¡Un milagro!
—¡Un milagro!
Jack miró la estatua y al punto lo comprendió todo. De sus ojos brotaba agua. En un principio quedó maravillado como el resto de la gente, pero un instante después recordó su teoría de que la dama lloraba cuando se producía un cambio súbito del calor al frío, como sucedía en las regiones del sur al caer la noche. La estatua acababa de ser trasladada de la calina del día al pórtico norte. Ello explicaría las lágrimas. Pero claro, la gente no sabía eso. Todo cuanto veían era una estatua que lloraba, lo cual los tenía maravillados.
Una mujer que se encontraba delante, arrojó una pequeña moneda de plata francesa equivalente al penique, a los pies de la imagen.
Jack hubo de contenerse para no echarse a reír. ¿De qué servía arrojar dinero a un pedazo de madera? Pero la gente había sido adoctrinada por la Iglesia hasta tal punto que su reacción automática ante algo sagrado era la de dar dinero. Otros muchos entre la multitud siguieron el ejemplo de la mujer.
A Jack nunca se le ocurrió que el juguete de Raschid pudiera producir dinero. En realidad no podía hacerlo para Jack. La gente no lo daría si creyese que su destino final era su bolsa particular. Pero representaría una fortuna para cualquier iglesia.
Al comprenderlo así, vio de súbito lo que tenía que hacer.
Fue como un fogonazo y empezó a hablar antes siquiera que él mismo hubiera comprendido las complicaciones. Las palabras acudieron a su boca al propio tiempo que los pensamientos.
—La Madonna de las Lágrimas no me pertenece a mí, sino a Dios — empezó diciendo.
Se hizo el silencio entre las gentes. Aquél era el sermón que habían esperado. Detrás de Jack los obispos estaban cantando dentro de la iglesia; pero ya nadie se interesaba por ellos. Jack continuó:
—Durante centenares de años ha languidecido en tierras de los sarracenos.
No tenía idea de cuál sería la historia de la estatua; pero eso no parecía importar. Los propios sacerdotes jamás indagaban demasiado a fondo la verdad sobre las historias de milagros y reliquias sagradas.
—Ha recorrido muchas millas —siguió diciendo Jack—, pero su viaje todavía no ha terminado. Su destino es la iglesia catedral de Kingsbridge, en Inglaterra.
Se encontró con la mirada de Aliena que le escuchaba asombrada.
No resistió la tentación de guiñarle el ojo para que supiera que lo estaba inventando a medida que hablaba.
—Yo tengo la misión sagrada de llevarla a Kingsbridge. Allí encontrará al fin la paz. —Mientras miraba a Aliena se le ocurrió la inspiración más brillante y definitiva, y agregó—: He sido designado maestro de obras de la nueva iglesia en Kingsbridge.
Aliena se quedó con la boca abierta. Jack miró hacia otro lado.
—La Madonna de las Lágrimas ha ordenado que se construya en su honor, en Kingsbridge, una iglesia nueva y más gloriosa y, con su ayuda, construiré para ella una capilla como el nuevo presbiterio que ha sido erigido aquí para los sagrados restos de Saint-Denis.
Bajó la vista y el dinero del suelo le dio la idea para el toque final.
—Vuestras monedas se utilizarán para la construcción de la nueva iglesia —dijo—. La Madonna da su bendición a todo hombre, mujer y niño que ofrezca un donativo para ayudar a la construcción de su nuevo hogar.
Hubo un momento de silencio. Luego, los que allí se encontraban empezaron a arrojar monedas al suelo alrededor de la base de la estatua.
Los Pilares de la Tierra
Kent Follet
Kent Follet
3 comentarios:
Ja que bueno... adoctrinados es la palabra mágica!
¡¡¡sii!!... Jack es un genio... aunque aqui parezca un estafador, el pobrecito solo quiere un trabajo para conseguir su catedral... ay y creo que stan haciendo una miniserie
Miauu!!
sii efectivamente estaba subida y efectivamente estan haciendo la miniserie ^_^
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